La obra de Diego Pujal se identifica de forma instantánea y se distingue del resto por un impacto directo y tajante al espectador. El artista explora los códigos propios del lenguaje pictórico por medio de una pintura no representativa. Utilizando grandes telas de fondo monocromático dominadas por una forma solemne y única, Pujal congela instantes precisos en los que la forma batalla para comunicarse con el receptor. A pesar del aspecto pulido y tecnificado, sus obras están realizadas y concebidas a mano. Pujal empieza por dibujar a lápiz sobre papel, hasta que encuentra, por una mezcla de azar, de lógica formal y de combinatoria del material acumulado, una forma que le satisface. Después la traslada al lienzo y es entonces cuando acaba de determinar su cromatismo. La simplicidad de las líneas y las formas esconden una complejidad intrigante. Sombras, cortes, articulaciones, cambios de escala provocan una peculiar mezcla entre tridimensionalidad y signos gráficos.