Pintor, fotógrafo y litógrafo, Hernán Ardila realiza una obra austera, exenta de narraciones y de mensajes por descifrar. Las superficies de color en constante movimiento invitan al silencio, iniciador de todo lenguaje poético. Los planos de color de bordes duros y de fragmentación compositiva, se centran tanto en el valor espacial de la forma como en el tiempo de las repeticiones y variaciones de la línea, el color y el material. En su trabajo hay una indagación profunda y sentida, aunque al mismo tiempo ligera, sensata y concreta, sobre el sentido y el sentir de las cosas.