El pintor y grabador Jordi Cano utiliza un lenguaje basado en la incorporación de recursos literarios combinados con hallazgos formales y visuales procedentes de la pintura. Su obra se nutre de fábulas y sus trabajos parecen salidos de cuentos que evocan a la inocencia infantil mediante las trasparencias y el color blanco. No obstante, las siluetas en negro que aparecen sobre la superficie del cuadro parecen negar esta inocencia y nos contraponen los personajes de la literatura clásica infantil con los mitos del arte moderno y contemporáneo.