Alejandro Calderón sabe que la metáfora puede articular todo su pensamiento y argumentar su búsqueda de la verdad más allá de la realidad. Reflexiona a través de esas imágenes inquietantes y seductoras, de sus sombras y sus formas geométricas, de su presencia y de su ausencia, sobre la grandeza y la mezquindad de nuestra existencia